El conflicto armado en Guachochi sucede a cuatro meses del homicidio de los sacerdotes jesuitas, hechos que han afectado profundamente a las comunidades de la zona serrana
De nueva cuenta la Diócesis de Tarahumara lanzó un llamado público para pedir que cese el conflicto armado en la Sierra Tarahumara, donde la sociedad no puede andar libremente, recalcando que se están terminando las garantías de los ciudadanos al vivir en un “estado de guerra”.
El documento, firmado por el obispo Juan Manuel González Sandoval y que fue retomado por la Compañía de Jesús y eclesiásticos de Argentina, cuestiona a las autoridades sobre el momento en el que perdieron el poder y la autoridad ante estos grupos criminales, e insisten en que se debe restablecer la paz, ya que no se puede frenar la vida ciudadana por el flagelo y el estallido de la violencia.
El conflicto armado dentro del municipio de Guachochi se viene a generar a cuatro meses del homicidio de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora, a manos de un presunto líder criminal identificado como José Noriel P. G. “el Chueco” -perteneciente al mismo cártel que perpetró el enfrentamiento en Guachochi- quien terminó con la vida de ambos sacerdotes, esto al interior de la iglesia principal de la comunidad de Cerocahui en el municipio de Urique.
Sobre estos hechos no se ha logrado atrapar, hasta este momento, al presunto responsable y mientras continúa el paso de los días, los reclamos de justicia siguen vigentes y constantes para dar con el presunto responsable.
El enfrentamiento armado, que se registró el pasado 20 de octubre, dejó un saldo de cuatro personas sin vida, así como la detención de doce personas más, quienes al parecer son integrantes de un grupo criminal y son quienes se encuentran actualmente a disposición de la Fiscalía General de la República (FGR), bajo el resguardo de la Guardia Nacional y la Secretaría de la Defensa Nacional, dentro de la subdelegación de la corporación ubicada en la ciudad de Chihuahua.
Sólo hace tres semanas el mismo vicario de la Diócesis de Tarahumara, Héctor Fernando Martínez Espinosa, recibió información y alertó que los mismos pobladores en Urique ya habían notado que la presencia de los elementos de seguridad se había disminuido, y que se habían retirado de Cerocahui, donde José Noriel “el Chueco” era buscado por cientos de elementos, y que también estaban regresando los grupos criminales a esta zona en la Sierra Tarahumara.
La Diócesis de Tarahumara publicó un llamado para las autoridades en el estado y en el resto del país, así como a los mismos criminales, les elevó una súplica para terminar con la violencia del estado, incluso los culminó a dejar las armas y terminar con los conflictos armados que están afectando a decenas de comunidades.
“Lamentamos mucho los hechos que han sucedido en nuestro querido Guachochi, Chihuahua, son situaciones que nos indignan y nos entristecen, ya que no solamente nos hacen sentir la vulnerabilidad y la impotencia que tenemos cuando por momentos pareciera que estamos en ‘estado de guerra’, donde se habla y se manda un ‘toque de queda’, ‘suspensión de clases’, ‘cierre de negocios’, ‘no salir a la calle’”, refieren a través de este comunicado.
El municipio de Guachochi, si bien es cierto no se encuentra en los límites del territorio estatal de Chihuahua, pertenece a uno de los integrantes de lo que se conoce como el “ Triángulo Dorado”, que corresponde a Durango, Chihuahua y Sinaloa, uno de los corredores de mayor importancia para los grupos del crimen organizado, según han establecido varios especialistas en seguridad del estado como del país.