“No me quieren dar trabajo porque no tengo documentos”: migrante hondureño
El centro histórico de Ciudad Juárez se ha convertido en punto de convergencia para miles de migrantes provenientes de Centro y Sudamérica, muchos de ellos en tránsito hacia Estados Unidos. Sin embargo, algunos, como Juan Carlos, se han quedado varados en la frontera, enfrentando condiciones adversas y sin acceso a oportunidades laborales.
Originario de Danlí, en el departamento de El Paraíso, Honduras, Juan Carlos inició su travesía hace más de un año y medio, con la esperanza de encontrar una vida más segura y con mejores oportunidades económicas.
Su ruta lo llevó a cruzar a pie hacia Guatemala y posteriormente ingresar a México por el estado de Chiapas, tras atravesar el río Suchiate en una lancha y evadir los controles migratorios. En territorio mexicano, subió al conocido ferrocarril de carga apodado “La Bestia”, con el que recorrió diversos estados como Hidalgo, Zacatecas y Coahuila.
Finalmente, logró cruzar hacia Estados Unidos por la frontera de Piedras Negras, pero fue detenido y deportado por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE). A pesar de haber ingresado por Coahuila, fue retornado a México a través del puerto fronterizo de El Paso, Texas.
Desde entonces, Juan Carlos sobrevive en las calles del centro de Ciudad Juárez, cerca del monumento a Benito Juárez. Su principal obstáculo es la falta de documentos que le permitan acceder al mercado laboral formal.
“A veces quiero aplicar para cosas muy sencillas, como ser barrendero, pero no me dejan porque no tengo mi certificado de secundaria. Yo no entiendo por qué necesitan eso, si solo voy a barrer”, lamentó.
La situación de Juan Carlos es reflejo de un problema estructural: la falta de mecanismos que permitan a los migrantes integrarse al ámbito laboral, lo cual no solo los mantiene en la marginación y la indigencia, sino que también contribuye a la percepción negativa sobre la seguridad en zonas urbanas.A pesar de las dificultades, Juan reconoce que ha encontrado solidaridad en algunos sectores de la comunidad juarense. “La gente de Juárez es muy amable, casi siempre me tratan bien y hasta me han ayudado con agua y comida en ocasiones”, concluyó.


