Descubre el violento debut fílmico de Mads Mikkelsen
«La mejor trilogía fílmica que no has visto». «Una trilogía de gangsters mejor que El Padrino». «La mejor trilogía de todos los tiempos».
Superlativos, los títulos pertenecen a videos colgados en la web referentes a las películas danesas Pusher (1996-2005). Al cineasta Nicolas Winding Refn le parecen exagerados.
«Esas alabanzas…», ataja, en entrevista. «Tampoco creo que sea correcto para mí opinar sobre mi trabajo. Se lo dejo a los expertos».
Las tres cintas, clásicos de culto, llegarán a MUBI este viernes en versiones remasterizadas. El preámbulo perfecto para comprender al danés, quien suele desafiar las convenciones y hacer de la violencia una estética.
Refn (Drive, El Demonio Neón) tenía 24 años cuando dirigió el primero de aquellos filmes.
También una actitud incendiaria y hasta imprudente, pues pretendía renovar la manera en que se hacen las películas.
«Tenía una autoconfianza de acero», evoca.
Acababa de ser echado de la Escuela Nacional Danesa de Cine y de una escuela neoyorquina de actuación, recuerda. Lleno de bríos, se sumergió en los submundos de una violenta Copenhague que no aparece en los medios.
COCAÍNA REAL
Frank (Kim Bodnia), el personaje principal de Pusher, es un narco de poca monta. Tras un mal trato en que pierde dinero y mercancía, queda endeudado con un traficante serbio. A contrarreloj están su salvación o muerte.
«Hay una sensación de emoción, arrogancia y esperanza en esa película», considera el realizador, ahora de 54 años y quien actualmente rueda una nueva película, Her Private Hell.
«La idea era… porque esto fue mucho antes de los reality shows, que muchos de los actores tenían que ser de ese ambiente (criminal). Fue rodado casi como documental. Toda la cocaína que se ve era real, para darle autenticidad».
El éxito de Pusher fue estruendoso. Sin embargo, Refn no tenía en sus planes hacer una trilogía. Hijo de un realizador y una fotógrafa, pensó que quizás debía proseguir su carrera con filmes más artísticos, profundos.
Fear X (2003), thriller psicológico con John Turturro, lo llevó casi a la ruina tras su fracaso comercial. Adeudaba, recuerda, 1 millón de dolares. Sólo entonces, para recuperarse, volvió a echar mano de su antiguo universo criminal.
«Agradezco a Dios ese plan que tenía conmigo. Probablemente, fue la mejor decisión de mi vida hacer la dos y la tres».
NACE UNA ESTRELLA
Periférico en Pusher, pero principal en Pusher II: Con las Manos Ensangrentadas (2004), está Tonny. Su intérprete, Mads Mikkelsen, hoy una superestrella, debutó en pantalla con ese rol.
Pusher II lo muestra como un criminal recién salido de la cárcel. Deseoso de agradarle a su peligroso padre, un capo, roba un auto que no debía. No será el último error que cometa este delirante toxicómano.
«Mads No había actuado antes, aún estaba en la escuela. Pero era obvio que ahí había un enorme talento. Además, lucía fantástico.
«Kim Bodnia… se suponía que iba a ser la grane estrella danesa, pero no pudo con las dificultades de la vida. Así que Mads se convirtió en la estrella fulgurante de esa época.».
Pusher III: Soy el Ángel de la Muerte (2005) se centra en Milo (Zlatko Buric), otro criminal, que se enfrenta al paso del tiempo y un negocio en decadencia. Fue el cierre a una etapa fílmica y estética que Refn recuerda con nostalgia.
«Ahora que tengo la edad que tengo, recuerdo de manera casi romántica aquello (rodar Pusher), cuando la vida era tan sencilla, la creatividad era tan sencilla y las cosas más pequeñas te hacían feliz».
ABRAZA LA FANTASÍA
Tras la trilogía Pusher, Refn se alejó del querer encapsular la realidad en las películas. En su lugar, ha construido una obra hiperestilizada, atmosférica y hasta fantasiosa, donde siempre caben violencia, crimen, sexo y personajes atormentados.
«Con el tiempo, me di cuenta de que la autenticidad sólo es interesante, pienso, a través de la fantasía. La fantasía es la verdadera realidad, porque así es como nos vemos los daneses», afirma.
LE DA IGUAL NO GUSTAR
La obra de Refn (10 películas estrenadas y tres series de televisión) divide. Tiene fans devotos y críticos férreos. Él afirma que polarizar es un triunfo creativo.
«Polarización significa opinar, significa pensar. Que algo te guste es lo mismo a que no te guste. Pero tener dos personas con experiencias tan diferentes obviamente significa que tuvo un efecto mucho más profundo.
«Me da igual que a la gente le guste o no lo que hago, porque yo lo hice como quería», explica.
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